martes, 14 de octubre de 2008

Madrid 33 de octubre de 2008

Acabo de salir de una buena peluquería en Chueca. Un lavado de pelo, un bocado de tarta de fresa, una historia de Santiago de Compostela y al frente del espejo caía tanto pelo como las ganas de subirme en Roma a la moto de Amedeo con mi primer traje negro, con mis primeros zapatos negros completamente lisos y mi primera camisa blanca con gemelos. Y mientras cambiaban peines por tijeras y música por cuchillas caía también cada uno de los fortines que con flechas y fuego resguardaban el nivel de cada uno de mis sentimientos. No desbordarse era la consigna. No expresarse con tanta independencia. Resistir a la realidad. Pero me corté el pelo una semana antes de subirme a esa moto que me llevará a Caracalla y con audacia cada uno de mis sentimientos dejó caer piedra y piedra, cadenas y puentes. Abrigos. Años convincentes.
Sé que la próxima semana nos veremos, que disfrutaremos a conciencia del Tévere y de la Fontana di Trevi. Sé ahora que empezó el otoño más lluvioso, enigmático y de blanco corazón que sumergirá en mi vida otra vida y otra vida y toda otra vida.
Me gusta mi corte. Ya lo notarás.
Ah, las sepias también.
La vida más que nunca. Las calles como son.


Francisco Jurado Chueca

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pareces otro. Ese corte de pelo parece más que eso. Enhorabuena por la liberación de tus piedras, cadenas y puentes. Te deseo una nueva etapa de tu vida feliz y próspera.

Sé feliz, que es lo que al final cuenta y verás que todo va de maravilla. Sólo por hoy. Mañana será otro días y otras historias, pero hoy, todo está bien

Un abrazo

obi

Andrea Naranjo dijo...

Saludos Francisco y felicitaciones a los dos
Andrea y Olivier