sábado, 3 de enero de 2009

Madrid, 3 de enero de 2009
Nuestra excursión al Escorial se vio boicoteada por la lluvia. Yo había ya recogido la ropa tendida del patio, leído algunas páginas de un libro que me habían regalado aquella semana y ante el ordenador recordé la noche de Año Nuevo en que aparecimos en tu casa cuando el 2009 tenía ya cuatro horas de edad. Al día siguiente nos vimos en Casa Ciriaco, frente a mi casa. Al principio el local estaba frío como las mesas de mármol que lo llenaban; después fueron llegando los habituales y discutimos sobre Ignacio Zuluaga y Ortega y Gasset (alguien me contó una vez que escuchó en el metro cómo un padre le explicaba a su hija que Ortega y Gasset eran dos personas diferentes, Ortega uno, Gasset otro, grandes amigos, imagino, trabajando codo con codo como el doctor Jekyll y el señor Hyde), no sabíamos quién era el gordo de la foto y ahí ya nos peleamos; tuviste que pasarte al vodka.
Bueno, sólo quería desear Feliz Año a quien estuviera receptivo. Yo felicito el final del anterior (que, no lo neguemos, después de doce meses nos tiene a todos cansados, y con razón) hasta bien entrado febrero. Le pedí fuego a Demetrio, que es un hombre que tampoco lleva nunca encendedor porque intenta dejar de fumar cada tarde, pero que acaba siempre cruzando la calle para comprarse su paquete en el bar de enfrente y pidiendo fuego a Álex, el camarero, al que religiosamente se lo devuelve Demetrio al marcharse porque qué es un camarero de los de antes, como los de Casa Ciriaco, sin encendedor. Entonces volviste del baño e hicimos planes. Si los sumáramos todos podríamos estar ocupados por lo menos durante seis o siete años.
-¿Qué tal México? -me preguntaste.
Tan lejos que mi recuerdo se parece a mi querida vida imaginada, ésa que ocurre, te dije, entre el Campo del Moro y Moncloa, cansada a las siete y media de la mañana con el pelo todavía mojado y caminante entre personas con cara de vigilia: te recuerdo que hubo un día, hace años, en que todo estaba ahí colocado para nosotros, o ésa era nuestra sensación, y si yo hubiera tenido que discutirlo con alguien que me dijera que el mundo es el mismo para todos le hubiera dicho “señor, su existencia es de lo más triste, no me podría dar más pena ni tan sólo la imagen reflejada en el estanque de los pavos reales del parque empapados por la lluvia que nos impidió ir hoy al Escorial” si usted piensa que el mundo es el mismo lugar para todos. Si usted piensa tal cosa, señor Demetrio, no me extraña en absoluto que sea incapaz de dejar de fumar, pues para hacer algo es imprescindible ser capaz de imaginárselo primero, y entonces fue cuando me dijiste que los años y su duración se los habían inventado otros, ¿las horas también?, te pregunté, las horas también, me dijiste, las horas sobre todo, y que acababa un año, es cierto, pero la vida de nadie es un año o un segundo puntual sino un extenso mirador, me explicaste y cuando te pregunté si eso quería decir que mejor no esperar nada del 2009 tú pediste otro vodka. Te dije que era en Madrid donde yo había sido realmente feliz; donde me tocó vivir los años en que el mundo parecía hecho a medida y eso no se olvida, Francisco, así que Madrid puede de ahora en adelante cometer tantos errores como quiera porque siempre será la ciudad que imaginaba cuando la vida era poco más que aquello que imaginábamos mientras fumábamos diciendo que podríamos dejarlo en cuanto quisiéramos.
Inés Plasencia Camps

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Inés,
Ya te echaba en falta, todos los días mirando el blog y un poco decepcionada de no ver nada tuyo, y hoy, justamente hoy, que no había mirado me he de enterar por otros de la novedad. Ha empezado bien 2009, creo que podemos esperar algo de este año apenas estrenado.

¿Te noto un poco meláncolica? Siempre pasa eso cuando despedimos un año, cansados ya, pero también acostumbrados a él. En realidad creo que es una continuación del anterior, recargado con pilas nuevas. Las expectativas son lo que pueden hacer un año bueno o malo.

Después de todo nada es nunca tan malo que no podamos perdonar y aceptar. No sólo por generosidad sino por nuestro propio sano juicio.

Me gusta tu forma de expresar los sentimientos de melancolía. Me has hecho reflexionar y escribir mis pensamientos y no decirte directamente lo que pienso de tu escrito. Me gusta, le veo un tono algo distinto, pero me gusta, más cuantas más veces lo leo. (soy un poco lenta para algunas cosas auqnue no me importa, así disfruto más del proceso)

Como siempre, encantada de leerte.

Un abrazo

Mcvalen3

Francisco Jurado Chueca e Inés Plasencia Camps dijo...

Hola, mcvalen3,
quería agradecerte (no lo había hecho todavía) ser nuestra más fiel lectora. Espero no decepcionarte nunca más.
Lamentablemente, si contestara a tu pregunta todo esto perdería su gracia.
Un beso,
Inés.

Lord_Pengallan dijo...

Soy Antonio, espero siceramente ser el único que conoces. Dejo constancia de que he estado aquí y he leído y digo que estoy impresionado. La Inés que conozco no la reconozco en estas letras, no sé que pensar. Deberías actualizar más si quieres animar el blog.

Francisco Jurado Chueca e Inés Plasencia Camps dijo...

Hola, Antonio,
pues sí, la verdad es que tienes razón, para qué discutirlo... Escribiremos más. Por otro lado, te prometo que no he copiado nada de ninguna parte, quizá es que hacía demasiado tiempo que no leías nada mío.
Nos vemos pronto, espero.
Un beso,
Inés.